En vísperas de diciembre del año pasado un asesinato dejó a varios seres
desconcertados. Otros, indiferentes ante el tema, defendían la inutilidad
de aquella anciana que estafaba a personas humildes inmersas en una gran
miseria.
Uno de ellos era Raskolnikov, el autor del crimen. Luego de una larga
estadía en su casa, esperando el momento preciso para llevar a cabo su plan ya
maquinado, se dirigió a la cocina a coger el arma a escondidas
mientras ingeniaba la manera de hacer pasar desapercibida el hacha filosa
dentro de su desgarrada vestimenta.
Así fue como el criminal dio inicio a su crimen, cómo, luego de
largos días cargando con su remordimiento, ha decidido hablar en altas horas de
la noche con el oficial ahora solitario en el centro policial de la ciudad.
Dando a conocer el porqué de su acto nos relata con lujos de detalles lo
ocurrido:
- En esta época de ideas revolucionarios son muchos los que innovan
antiguos métodos de subsistencia para así tener una vida gloriosa. Tal fue el
caso de Napoleón… decidido a obtener la gloria se lanzó desbocadamente a
llevar a cabo sus pensamientos, a pesar de que estos conllevaran la muerte de
una o dos personas… Me he decidido firmemente a ejecutar mi proyecto por el
simple hecho de apreciar mi vida, la de mi madre Pulqueria y la de mi hermana
Dunechka; he dado un paso al frente decidido a acabar con la miseria en la que
me encuentro y así obtener la fama que un hombre de grandes ideales como yo,
desea y debe obtener. Hace poco me publicaron un escrito en una revista, muy
conocida de hecho, en donde defendía este punto de vista. Ahí expongo de manera
clara y concisa las causas que llevan a un hombre a ser superior a otros y lo
que se debe esperar de ellos. Todo proviene de libros, lo admito, pero es justo
aquello lo que nos genera conocimiento y si los personajes de los que hablan
han triunfado pues ¿por qué yo no?... He sido un mentiroso y egoísta al querer
toda la gloria para mí y un estúpido al matar a una vieja, con el fin de
robar cuando mi objetivo se llevo a cabo a medias, ya que los objetos
encontrados se encuentran en la piedra de la calle… aún escondidos y el dinero
de la vieja aún resguardado en un cofre.
Decidido a hablar unos minutos más, Raskolnikov, fuera de su juicio,
parecía retomar nuevamente la cordura mientras se lamentaba de lo acontecido.
- ! Creí tener la certeza queriendo llevar a cabo lo que aquel
pensamiento me incitaba, necesitaba demostrar que era más, debía ser
independiente, evitar que mi hermana se casara con aquel idiota de Lujin. Sólo
quería ser algo en este mundo, no un objeto movido por el esfuerzo de mi
familia!... Pero mis excusas no vienen al caso y mucho menos mis sufrimientos,
sólo espero que algún día mi Sonia, mi familia y mi gran amigo Razumikin me
perdonen. Aún guardaban cierto respeto y amor hacia mi persona ¿¡es acaso
lógico!? He ejecutado a una vieja y demuestran cierto cariño hacia
mí… Je Je Je
- Pero volvamos al tema, no seguiré discutiendo mis problemas
personales mientras usted aparenta escucharlos con intensa atención. Luego de haber
esperado el momento preciso, en el que Isabel se ausentara por fin de la casa
de su hermana anciana Alevna, a eso de las 7 - 8 de la noche decidí
llevar a cabo mi acción, cogí el hacha, la escondí en mi chaqueta y
envolví una piedra en un papel con cierta dificultad para distraer a la vieja
mientras yo descargaba el golpe mortal…
- ¡Todo fue tan rápido! Y… si quizás se me habría ocurrido
otra cosa, no lo sé, matarla con un revólver, aparentar por ejemplo que se
había suicidado, ¿mi acción no sería menos inhumana? Pero no…, el hecho no es ese, el hecho es que
aún así me habría delatado… ¿Sabe
usted acaso las horas de sufrimiento interno que afronté conmigo mismo luego de
esto?, ¿se imagina usted el dolor, la fiebre, que debilitó a mi cuerpo por
completo?... ¡Soy un completo idiota!
De pronto el silencio colmó la sala, todo se encontraba en
total silencio, el jefe de policía no podía creer lo que había estado
escuchando, nunca pensaba encontrarse con un loco parecido. Pero, decidido a escuchar por completo
esta terrible historia, decidió comentar:
- Por favor Sr. Raskolnikov, reconozco bien su dolor pero sólo
podré ayudarle si continua con la historia, intente ser preciso pero claro y
detallado.
- ¡Muy bien! Pues así
seguiré mi relato, ¡de manera clara y concisa!... Je Je… Como le estaba
contando, cogí el arma de la cocina y me dirigí rápidamente a casa de mi
víctima; llegué al edificio y subí sigilosamente las escaleras que daban a su
apartamento en el cuarto piso. Vacilé en tocar la campanilla pero decidido a
llevar a cabo mi plan la toqué con fuerza y con cierto apuro. Me abrió luego de
un rato, algo molesta, y notaba en mí cierta palidez ¡Ja! Pues cómo no estarlo,
estaba a punto de matarla. Pero no se dio cuenta del hacha que cargaba encima
así que el plan se ejecutaba a la perfección, le di el objeto con un ademán de
alegría fingida y mientras desataba el cordón que sostenía la envoltura
desprendí el hacha de su escondite, lo zumbé en el aire y la dejé caer, sin
mucha fuerza, en la cabeza de la imbécil; le llego hasta la coronilla pero no
estaba seguro de haberla asesinado, así que decidido a robarle para comer,
descargué dos impactos de mayor potencia contra su cuerpo indefenso, haciéndola
pasar, indudablemente, del delirio a la mortandad. En ese mismo instante
recorría mi vista todos los rincones de la casa hasta dar con su escondite debajo
de la cama… Lógico para ser el de una vieja. Así encontré
los objetos de oro y plata que guardé en mis bolsillos para luego ir a buscar
la llave que abría el cofre con el montón de dinero; la vi con cierto
temor por la posibilidad de mancharme con sangre ya que estaba colgando del
cuello del cadáver… Pee…ro se escucho el pestillo de la puerta
¡alguien la abría! Así que cogí el hacha y con firmeza fui a asesinar
al testigo del crimen, descargué el siguiente hachazo contra la cara de
Isabel que dejaba entrever en su rostro un pánico indescriptible que…yoooo le
producía antes de su muerte.
- No era mi intención matarla a ella, claro está, sólo que se
entrometió en mis asuntos. Pero bien, cerré la puerta del apartamento con
seguro y segundos después escuche unos pasos que sin duda se aproximaban,
llegarían en cualquier momento a la escena del crimen. Me escondí detrás de la
puerta, decidido también a matar al que entrara y así esperé escondido
hasta que las dos personas que charlaban sobre la presencia de la vieja,
bajaron en busca del portero.
- En eso me sentí perdido ya que me encontraba en un cuarto y
último piso, no podría hacer absolutamente nada, ¡o me descubrían o me
descubrían!, así que decidí bajar las escaleras con prudencia para intentar
pasar desapercibido, lo que sería muy difícil; pero al ver la puerta de la
habitación, próxima al segundo piso, abierta, vacía y a medio pintar decidí
esconderme y esperar a que los otros subieran mientras yo limpiaba el arma
asesina…
- Todo lo que sigue sucedió realmente rápido, bajé las
escaleras hacia la entrada principal y precipitadamente llegué a mi pocilga,
devolví el hacha a su lugar, para que Nastasia no notara su ausencia y me
limité a dormir interrumpidamente hasta despertar y darme cuenta realmente de
que mi plan se había llevado a cabo.
- Limpié mi vestimenta, vacié mis bolsillos, limpié mis botas y fui
a esconder los objetos robados. Así fueron las cosas, luego de eso nada tiene
sentido, sólo mi simple caminata insignificante por las calles y mi enfermedad que usted bien
conoce y que aún me acompaña Ja Ja”
Sacó el revólver de su chaqueta y acabó con la vida del oficial para
luego seguir su rumbo sin sentido por la ciudad.
Gabriel Capriles
(Cuento basado en la obra de Fedor Dostoievsky, Crimen y Castigo)