Despierto como desperté el día de
ayer: mi mujer de espaldas a mí se levanta con el sonido del despertador. Se
dirige a la cocina para preparar el desayuno. Mientras, voy directo al baño,
me ducho, me coloco mi flue negro y bajo a comer. Tras un breve intercambio de
palabras:
-Buen día mujer
-Buen día querido
… Me dirijo a la puerta y voy
directo a donde siempre, la pequeña oficina en la que trabajo todos los días.
Miro a mi alrededor y contemplo la misma anciana que recorre la acera, oigo los
mismos ladridos, huelo el mismo olor de la panadería Pan de Oro… y abro la
puerta, me siento en mi lugar con ganas de dormir hasta que el jefe me llama y…
¡MALDITA SEA!
Un mal día de trabajo. Lo han
despedido.
-¡Cerveza!- aguarda impaciente,
empina el codo y acaba con la sexta.
-¡Cervezaaaa!... (¡Boom!)- golpea
la taza fuertemente contra la barra.
-Ya…ya…ya voy señor- El Barman le
sirve su séptima bebida. El empresario lo observa despreciativamente mientras
éste le sirve con un escalofrío que le estremece la espalda.
Empina el codo y se encuentra con
lo inevitable: cerveza goteando de la barra en que se apoya, el orificio que se
duplica tras mirar por él, el fin de este mal día y el comienzo de los gritos
de su mujer.
Caricatura del caricaturista argentino Quino
Escrito de Gabriel Capriles